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lunes, 29 de abril de 2013

El cruce

"El domingo, y con la unánime asistencia de los periodistas madrileños se celebró en el restaurante Biarritz un homenaje al vicepresidente de la Asociación de la Prensa, en funciones permanentes de presidente, D. Lucio del Álamo. En la presidencia,  D. Lucio del Álamo, tenía a su derecha, al director general de Prensa, D. Tomás Cerro, que ostentaba la representación del ministro de Educación Nacional"
   

            Todo parecía estar tranquilo en aquella mañana de primavera. La casa era un ir y venir por todas partes abriendo puertas y ventanas en busca de la renovación propia del aroma de las flores, proveniente del patio recién encalado. Manuela preparaba el almuerzo para los más pequeños, mientras en la planta alta Martina y Teresa levantaban las camas y hacían la colada del día entre risitas de juventud femenina.
            Fermín y su padre ya se habían ido a la fábrica aguantando la caminata habitual bajo el amanecer del tiempo reciente para no olvidar la lluvia de los años pasados, cargados de rencor, pobreza e ignorancia en los que no cabía más que la esperanza en que todo, al final, pudiera cambiar para poder vivir con algo de tranquilidad. El camino era duro, aunque las charlas entre padre e hijo amenizaban los pasos rebozados en el barro. A Fermín le encantaba relatar las aventuras vividas en Madrid mientras completaba el tiempo de sus servicio militar. Había tenido mucha suerte con el destino que le habían fijado y sus tareas en el hospital hacían el servicio muy cómodo para alguien que había trabajado desde los 12 años.
            De repente sonó un estruendo y el eco se extendió por toda la casa. Manuela, desde la sabiduría de la cocina alcanzó la certeza de aquel disparo... Despavorida soltó los tazones del desayuno que preparaba y voló hacia la escalera. Recorrió los escalones de dos en dos, atravesó el corredor  y cuando alcanzó el pasillo comprendió la inmensidad de aquel túnel por el que la llevaban sus pies. El retrato de su padre, colgado en la pared, la perseguía con la mirada y cuando llegó al dormitorio encontró a Alfonso sentado en la cama con la pistola en la mano. El pavor se apoderó de ella. No acertaba a adivinar si estaba herido o no  y cuando consiguió hilvanar la primera frase y escucho la explicación de su hijo, dio gracias al cielo porque no había sucedido nada grave..... aún.....
       

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