El bosque era inhóspito y aislado,
demasiado grande para él, pero él no tenía la culpa y no acertaba a comprender
el motivo por el que debía permanecer impasible… quietecito, observando la diversión de los demás, y se
sentía mal. El desconcierto fue creciendo día a día, hasta que una mañana se
propuso salir de su madriguera al mismo tiempo que sus hermanos mayores, justo
después del desayuno, pero la intención no fue suficiente. ¡El bosque es
demasiado grande y tú aún eres muy pequeño para salir a buscar comida, tú solo
tomas leche! le dijo su madre con voz austera y tajante.
Ponky, el osito, se quedó desconsolado por no poder salir a jugar al
bosque con sus hermanos y entre sollozos tomó una determinación secreta de la
que nadie debía enterarse. Así que, para no levantar la más mínima sospecha,
obedeció en todo lo que se le dijo, arreglo su espacio, lo limpió y se puso a
jugar con una rama de naranjo que su madre le había dejado.
A la mañana siguiente, mientras todos dormían, Ponky se levantó sin
hacer ningún ruido que pudiera despertar a nadie….. Movió sus patitas
lentamente, con verdadero sigilo y logró salir al exterior. Sintió frío y
temor, pero decidió seguir y echó a correr.
¡Qué divertido!.... Nadie podía reñirle….Todo era precioso…. El bosque
era muy, muy grande, pero podía ver el sol por encima de los árboles, mientras
escuchaba el charlateo de los pájaros en el despertar de la mañana… Todo a su
alrededor era un juguete. Saltaba y brincaba dando volteretas sobre sí mismo
con impaciencia, intentando retener ese tiempo precioso y secreto que había
capturado para él solo y sin limitaciones.
¡Ayyyyy! Oyó de repente. Se quedó paralizado e intentó descubrir de
dónde provenía ese sonido. Sin moverse de su sitio miró por todos lados girando
su cabecita de un lado para otro, pero no consiguió ver a nadie y pensó que se
había equivocado. Convencido de que podía continuar con su diversión se movió y
…¡Ayyyyyyyyy!... Esta vez el sonido era mucho más fuerte… Seguro que eso no era
ningún error. Había oído a alguien quejarse y parecía que el grito venía de
debajo de su patita. Lentamente se agachó y miró debajo de sus patas… pero no
veía a nadie….. Mientras intentaba
descifrar el acertijo miraba por todas partes……. ¡Ahhhhhhhhhhhh, qué susto me
has dado!.....
Ponky volvió a mirar por todas partes, pero seguía sin ver nada… ¿Quién
eres?...... ¡No puedo verte! gritó con
desesperación……¡Aquííííííííí!, ¡Estoy aquííííííííí! Ponky miraba y miraba pero no podía ver a
nadie….. ¡No te veo!... ¿Dónde estás?, preguntó.. ¡Aquí, abajo…. Estoy debajo
de tu pata!..... Ponky retiró sus dos patitas de donde las había puesto y se
agacho para buscar entre las hierbas que habían crecido con la llegada de la
primavera….
¡Ay…ay…por fin logro salir!... Ponky agudizó la vista y entre el verde
de las hojas pudo alcanzar a ver que algo de color negro se movía muy
lentamente… ¡Uuuuyyyy, te he hecho daño!!!!
Gritó asustado….. ¡Nooooooooo! Le contestó la hormiga mientras intentaba
librarse de los restos de hojas rotas que tenía sobre su cabeza. Cuando
consiguió despejar el horizonte y supo lo que tenía enfrente se quedó
paralizada por la sensación de peligro…. Ponky no quería perder a la primera de
sus amigas en el bosque.. ¡No tengas miedo! Le dijo… Soy Ponky, el osito y
agachando su trompita para besarla, se acercó tanto que sin querer se la comió.
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