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miércoles, 29 de junio de 2016

Se van

 Por fin, se van, los que en realidad nunca estuvieron. Si nos tomamos unos minutos para analizar la historia de las relaciones del Reino Unido con el resto de socios de la Unión Europea, nos daremos cuenta de que el niño rebelde ha estado haciendo de las suyas durante demasiado tiempo. Ha estado con un pie dentro y otros dos fuera, hasta el punto de que podría haber dado la sensación de que trabajaba para el enemigo o, por utilizar otra palabra más adecuada, el contrincante en una relación bilateral como las negociaciones del libre comercio, por ejemplo.
Desde que nos enteramos de las actuaciones de la banca de Estados Unidos y la City, las agencias de calificación y demás instancias, la imagen proporcionaba un reflejo similar al de un barco haciendo agua por culpa de un boquete en la amura de babor. Taponar el agujero nos ha costado muchos euros a todos los europeos, unos euros dolorosos, una vez conocida la negativa o veto del Reino Unido a la posibilidad planteada por el resto de socios con  Francia y Alemania a la cabeza, de poner coto al desorden en las transacciones monetarias, aunque las palabras del presidente Francés enfrentado al Británico nos hizo entrar en la esperanza de que los mimos al Reino Unido estaban tocando fondo, porque  así no se puede navegar, ni adentrarse en el mar adentro de la Europa soñada por los padres de la Europa que tenemos.
Tanto veto a la cesión de soberanía en pos del bien común y la paz común. La deferencia de criterio está en lo más profundo de las ideologías más rancias: las que tan solo atienden o sirven a los intereses comerciales o dinerarios, los que creen que la vida es solo dinero y nada más que comercio, y los que trabajan con el objetivo de la solidaridad y la paz como banderas, sin perder de vista que para ser solidarios hay que tener la fuerza moral y económica necesaria.
La situación es la muestra más clara de cómo la torpeza de un dirigente puede arruinar el trabajo de años. Se podría decir que la avaricia rompió el saco de quien por llegar al sillón del gobierno  plantea algo que nadie, que sea consciente de la gravedad de la situación que vivimos, ha deseado. Se ha jugado con la ciudadanía y la ciudadanía es implacable, sin duda, nunca se equivoca. Quien se equivoca es quien provoca las situaciones, no quien las resuelve.

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