La Real Academia de la Lengua define estrategia como el conjunto de acciones determinadas a la obtención de un fin. A partir de esa definición podemos entender que cuando un acuerdo se califica de estratégico, es porque su importancia no deriva tanto de la propia acción en sí misma, sino del fin al que se pretende llegar.
Si esto es así, podríamos cambiar la pregunta del enunciado y escribir:¿Qué pretendemos conseguir?....Del mismo modo que en la pregunta anterior, en ésta las circunstancias y variables resultan complicadas en la respuesta posible, pero tal vez resulte menos inaudito exponer una serie de premisas que podrían situar el escenario en una posición algo cercana a la realidad existente.
Una primera premisa podría ser: La Unión Europea necesita independencia energética.
No es una cuestión nueva, lo que ocurre es que la guerra de Ucrania ha acelerado y de qué manera la imperiosa necesidad de un cambio en las conductas energéticas, en la compra y en la venta, en el gasto y en el consumo, en las condiciones para la producción y en la acentuada desglobalización a la que ahora se apunta con mucha más significación. Europa, ahora, se da cuenta de que, tal vez, sea importante recuperar producciones abandonadas en el siglo pasado, y así procurar una menor dependencia de mercados aleatorios, volátiles y carísimos. La Unión Europea podría estar auspiciando inversiones importantes para una nueva relación energética que la independice.
Segunda premisa: La Unión Europea tiene poder y capital suficiente para abastecerse. De manera indudable, este es un hecho cierto, pero de lo que carece es de la materia prima necesaria, sobre todo si se trata de las energías provenientes de materiales fósiles, algo de lo que carece. Llegados a éste punto, planteamos otra cuestión: ¿Qué hacemos cuando somos conscientes de que tenemos una necesidad? Lo normal es intentar alcanzar aquello que necesitamos y lo buscamos.....¿Cómo y dónde?.... Donde lo haya y con los medios de los que disponemos.
La Unión Europea, después de dejar de mirar hacia el Este, podría estar pensando en mirar hacia el Sur, donde existen territorios explorables y con grandes posibilidades de abastecimiento energético. Esta afirmación condicional tiene su base en el hecho de que el Presidente del Gobierno de España afirmara en su rueda de prensa, que España también podría ayudar al abastecimiento de toda Europa cuando las infraestructuras estuvieran operativas.
De aquella frase, se desprende parte de una posible estrategia energética futura, o no tan futura, porque no hace más de dos días hemos visto como la Ministra Española de la Energía ha tenido que aclarar que si España ayuda a Marruecos con el gas, éste no será procedente de Argelia.
Si tenemos en cuenta que en el mes de marzo la Presidenta de la Comisión Europea vista España y que al día siguiente el Presidente del Gobierno de España llamaba al de Argelia y que la postura de Von de Leyen manifestaba la "Urgencia de tomar medidas de calado en el ámbito energético, tanto desde el punto de vista del suministro como de los precios", podríamos sospechar que la Unión Europea podría tener en el foco de su estrategia mirar hacia el sur y utilizar su poder financiero, tecnológico e industrial, así como el capital humano, para aumentar su grado de influencia en la zona, apoyando a sus vecinos árabes y de paso matar más de un pájaro con un solo tiro.
Vamos a plantear otra pregunta: ¿Por qué motivo se ha calificado el reciente acuerdo de España con Marruecos como de estratégico e histórico? Para que algo sea histórico tiene que tener asociada la idea de que el hecho de sucederse significa un antes y un después en el devenir de la vida de ambos países, y esto es algo que no tiene nada de novedoso porque las fronteras ya estaban abiertas antes de que Marruecos las cerrara. Lo que sí es novedoso es que España vaya a abastecer a Marruecos con gas.
Por otro lado, para ser estratégico, significa que en sí mismo no tiene tanta validez, sino que ésta se debe a la consecución de un fin, y no cabe ninguna duda de que el fin no es español, sino europeo.
Tercera premisa: la Unión Europea debe revertir riqueza y tecnología hacia países fuente de inmigración.
Esto no es una novedad. Vamos con mucho retraso en este aspecto. Invertir en zonas que son limítrofes, en las que sus pueblos se conectan con resto del mundo y quieren vivir con los bienes y servicios que tenemos en Europa, pero en su casa y con su cultura, sería el acierto del siglo XXI Europeo. Si además se consiguiese instaurar regímenes más abiertos propiciadores de la autonomía de los pueblos y su desarrollo, sería un acierto de la nueva estrategia Europea, porque invertir en África, lograr la unión de los países de la zona en pos de la paz y el desarrollo, eso si sería histórico y estratégico.
María José López y García
Especialista en Información Internacional.
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